Las pesadillas son un fenómeno del sueño que puede llegar a ser bastante inquietante. Todas las personas experimentan este tipo de sueños en algún momento de su vida y son más comunes en la infancia. No obstante, hay casos donde las pesadillas pueden tornarse en una patología interfiere con el funcionamiento cotidiano y la salud. Para este tipo de pacientes puede ser adecuada la terapia de ensayo de recuperación para los sueños.
Este enfoque terapéutico fue diseñado de forma específica para abordar los casos de trastornos por pesadillas. Se trata de un método que busca entrenar a las personas para tener un mayor control sobre las imágenes de sus sueños. De este modo, es menos probable que aparezcan escenas perturbadoras que arruinen el descanso y la calidad de vida.
El trastorno de pesadillas
Las pesadillas son sueños de contenido angustiante que se relacionan con emociones tales como la ansiedad, tristeza o estrés. Los niños tienden a tener pesadillas que se asocian con temores infantiles como el miedo a la oscuridad o monstruos de cuentos. En la adultez, las pesadillas no son tan comunes y suelen vincularse más con estados de ansiedad o estrés intensos.
Por lo general, cuando las personas tienen una pesadilla, comienzan a olvidarla apenas despiertan. Al final del día, es probable que ya ni siquiera recuerden que tuvieron una en la noche. Sin embargo, hay casos donde las pesadillas se vuelven muy recurrentes y pueden dañar por completo el descanso de la persona. Si esto ocurre, podríamos estar ante un diagnóstico conocido como trastorno de pesadillas.
De acuerdo con el DSM V, el trastorno de pesadillas se caracteriza por la aparición repetida y prolongada de sueños inquietantes. Es común que en los sueños se sienta que la vida o la integridad física está en peligro debido a factores externos. Luego de tener estas pesadillas, las personas se despiertan en estado de alarma y las mismas interfieren con la calidad de su descanso. En consecuencia, terminan generando un malestar clínicamente significativo que merece atención profesional.
En este sentido, existen diferentes formas en las que pueden abordarse el trastorno de pesadillas desde la psicoterapia. Una de las más conocidas por su efectividad es la terapia de ensayo de recuperación que sirve para tener mayor control sobre el contenido onírico.
¿En qué consiste la terapia de ensayo de recuperación?
Continuando con lo anterior, este método se usa para modificar a voluntad los contenidos que aparecen en las pesadillas. De este modo, con la repetición, estos sueños irían perdiendo su carácter perturbador y dejarían de arruinar el descanso. Para conseguir esta meta, la terapia se divide en una serie de fases que se realizan en conjunto con el terapeuta.
1. Registrar las pesadillas
Debido a que uno de los fines de la terapia es tener mayor control sobre los sueños, lo primero que se hace es registrarlos. Para esto, lo ideal sería que la persona pudiera tener un diario junto a la cama donde escriba sus pesadillas apena despierte. Es muy importante que se haga en el momento de despertar ya que así se puede describir el sueño con mayor detalle. Las personas que sufren de trastorno de pesadilla tienden a tener sueños repetitivos, lo cual ayuda a la calidad del registro.
2. Modificar la pesadilla
Una vez que se registre el sueño angustioso, el terapeuta invitará al paciente a reescribir las escenas que lo constituyen por situaciones agradables. Para ilustrarlo mejor, pensemos en una persona que tiene una pesadilla recurrente donde se está ahogando en el mar. Durante la terapia, este paciente podría reescribir dicho sueño imaginándose a sí mismo como una sirena o un buceador experto que nada con tranquilidad.
3. Repasar el sueño agradable
El siguiente paso de la terapia de ensayo de recuperación es entrenar a la persona para que sus sueños sean agradables. Para esto, el terapeuta podría pedirle que dedique unos 20 minutos del día a repasar la pesadilla que reescribió en la sesión. La idea es que las imágenes placenteras se refuercen en la memoria, también pueden usarse frases como “si tengo una pesadilla, podré hacerla agradable”.
4. Conseguir inducir sueños placenteros
La última fase de la terapia sería lograr que el paciente experimente el sueño que modificó para reemplazar a la pesadilla. La cantidad de tiempo que puede tardar una persona en alcanzar este objetivo es muy variable. Algunos factores que influyen es el tiempo durante el cual se han tenido las pesadillas y el grado de angustia que generen. Para algunos pueden bastar unos cuantos días, pero hay quienes podrían necesitar varias semanas para conseguirlo. En todo caso, la clave del éxito es la constancia.
Si se consigue cambiar una pesadilla con éxito, entonces se procede a repetir el mismo proceso para las demás. Incluso, en caso de que aparezcan nuevos sueños angustiantes, también se aplica la misma técnica para alterarlos. Con el tiempo y la práctica, la persona ganará un mayor control sobre lo que sueña y podrá descansar mejor.
¿Por qué las personas sufren de pesadillas?
Las pesadillas se asocian con diferentes factores que pueden inducirlas en nuestros sueños. Por ejemplo, Spoormaker, Schredl y Van Den Bout (2006) hicieron una revisión sobre las pesadillas y variables asociadas. Uno de los elementos que más se vinculan con este tipo de sueños es el neuroticismo. Una persona con rasgos neuróticos tiende a sufrir mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión. Asimismo, suelen ser más vulnerables a las adversidades que pudieran presentarse en su vida.
De igual modo, la investigación menciona que las pesadillas son un síntoma común del estrés postraumático. Es común que los sobrevivientes de violencia sexual o zonas de guerra tengan sueños perturbadores sobre cosas que vivieron antes.
En conclusión, las pesadillas pueden convertirse en una situación que afecta a la calidad de vida en algunos casos. Si eso ocurre, lo más recomendable es buscar ayuda profesional para tratar el problema con métodos como la terapia de ensayo de recuperación. No es recomendable que ignoremos la situación esperando que se arregle sola, ya que podría empeorar todavía más.
Referencias
- Spoormaker, V. I., Schredl, M., & Van Den Bout, J. (2006). Nightmares: from anxiety symptom to sleep disorder. Sleep medicine reviews, 10(1), 19-31.
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Van der Kolk, B., Blitz, R., Burr, W., Sherry, S., & Hartmann, E. (1984). Nightmares and trauma: a comparison of nightmares after combat with lifelong nightmares in veterans. The American Journal of Psychiatry.
- Zadra, A., & Donderi, D. C. (2000). Nightmares and bad dreams: their prevalence and relationship to well-being. Journal of abnormal psychology, 109(2), 273.