¿Alguna vez te ha pasado que necesitas ir a orinar, pero te es imposible hacerlo en un baño público con gente alrededor? Si es así, es muy probable que sufras el Síndrome de la vejiga tímida. Vamos a hablar de este curioso trastorno, sus características principales y todo lo que necesitas saber para superarlo (si lo padeces).

¿Qué es el Síndrome de la vejiga tímida?

El Síndrome de la vejiga tímida, también conocido como paruresis, Urofobia, Vejiga Vergonzosa o Timidez Vesical, es un tipo de ansiedad social que dificulta la capacidad de orinar ante la cercanía de otras personas y que afecta aproximadamente al 7% de la población, tanto a hombres como a mujeres, y puede llegar a ser un problema bastante limitante en la vida cotidiana.

Este trastorno tiene una base psicológica, pues el miedo y la vergüenza ante la posibilidad de ser visto, escuchado o juzgado por otros hace que los músculos del tracto urinario se contraigan, impidiendo el flujo de orina.

Algunos estudios sugieren que este trastorno podría ser más prevalente en hombres, aunque también podría estar relacionado con el hecho de que, habitualmente, los urinarios masculinos apenas tienen separación entre ellos, mientras que en el caso de las mujeres, normalmente tienen una puerta que facilita la intimidad, lo que podría justificar que se dieran más casos entre la población masculina.

Existen diversos grados de afectación, en los casos más graves, las personas que sufren de vejiga tímida, no pueden orinar ni siquiera en su propia casa si saben que hay una persona esperando a que acaben para entrar.

En cambio, en los casos más leves, el sujeto pueden orinar en sitios públicos, siempre y cuando otras personas se encuentren suficientemente alejadas o tenga suficiente intimidad como la que ofrece una baño individual cerrado con pestillo, pero sin embargo, no pueden hacerlo en un baño público en el que pueden ser vistos, hay gente alrededor o esperando.

Según los datos conocidos, alrededor del 80% de las personas que padecen el trastorno de la vejiga tímida tienen dificultades para orinar en baños en los que apenas hay separación entre urinarios, el 60% no puede orinar simplemente si el baño está concurrido y un 40% tienen dificultades para orinar incluso si el baño está poco concurrido, mientras que existe un porcentaje bajo, del 15%, que presenta problemas incluso en su propia casa.

Cómo puedo saber si padezco el síndrome de la vejiga tímida

Responder esta pregunta puede no ser tan sencillo como parece en los casos menos graves, ya que la barrera que separa las personas paruréticas de las que no lo son es difusa, esto es debido a que la acción de orinar está condicionada a agentes internos y externos.

Una investigación reveló que la duración de la micción es inferior cuando nos encontramos en un urinario público, y además, el inicio se retrasa unos segundos más respecto a cuando estamos en un entorno tranquilo, debido a la ansiedad producida por la percepción de la invasión del espacio personal que se produce en los baños públicos.

Las personas afectadas por paruresis sufren sentimientos de miedo y vergüenza frente a su problema y la mayoría de ellos no se lo cuenta a nadie ni buscan ayuda médica por miedo a que los juzguen, o se rían de ellos, lo que provoca sentimientos de frustración e inseguridad que hacen que la persona consigo misma

En cambio, una persona que no padece el síndrome de la vejiga tímida no le daría más importancia a tener dificultades por orinar en público, solo se sentiría ligeramente incómodo si no pudiera orinar y esperaría a hacerlo en casa, o incluso sería capaz de buscar ayuda médica.

Las personas que padecen el síndrome de la vejiga tímida, anticipan las consecuencias antes de orinar y perciben el problema como algo que les estigmatiza y les limita socialmente, lo que hace que eviten estar fuera de casa durante periodos de tiempo prolongados para asegurarse de disponer de un baño seguro en casa.

Las consecuencias de padecer el síndrome de la vejiga tímida

Padecer el síndrome de la vejiga tímida puede tener un impacto significativo en la vida de las personas, afectando a sus relaciones sociales, laborales y familiares.

En el ámbito social, quienes sufren de paruresis suelen evitar viajes, eventos y reuniones donde puedan enfrentarse a la necesidad de utilizar baños públicos, lo que limita su vida social y su capacidad para disfrutar de actividades en grupo, y puede generar sentimientos de aislamiento y soledad, ya que se ven privados de compartir momentos importantes con amigos y seres queridos.

En el entorno laboral, la paruresis puede generar ansiedad y estrés, especialmente si el lugar de trabajo tiene baños de uso compartido o con poco espacio privado. Las personas con síndrome de la vejiga tímida pueden incluso rechazar oportunidades laborales o promociones si creen que su condición será un obstáculo en el nuevo entorno, además, el constante esfuerzo por ocultar su problema puede generar tensión con compañeros de trabajo que no entienden el motivo de su comportamiento que es fruto del esfuerzo por ocultar su trastorno.

En cuanto a las relaciones familiares, la paruresis puede causar malentendidos y tensiones, ya que para mantener su trastorno en secreto, los paruréticos evitan viajar con la familia o asistir a eventos donde se presenten situaciones incómodas relacionadas con su problema para orinar en público. Estas limitaciones pueden generar frustración y resentimiento tanto en la persona afectada como en su familia.

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Dónde está el origen del problema

La anatomía y fisiología de la vejiga de las personas que padecen el síndrome de la vejiga tímida no presenta diferencias sustanciales con la de las personas sanas, lo que demuestra que la causa del problema tiene un origen psicológico y no físico.

No se conoce con precisión cuál es la causa exacta de este trastorno psicológico, aunque se han identificado una serie de factores tanto biológicos como ambientales que podrían influir en su aparición.

Una posible causa es la existencia de experiencias pasadas traumáticas relacionadas con el uso del baño, por ejemplo, episodios de acoso, intimidación o vergüenza en situaciones de uso público de baños pueden dejar una huella en la persona afectada, generando ansiedad a la hora de orinar en lugares públicos en el futuro.

También se ha planteado la idea de que algunos factores genéticos o hereditarios pueden predisponer a ciertas personas a padecer paruresis, ya que alrederor del 15% de las personas que presentan este problema tienen algún familiar que también está afectado, aunque no se ha establecido una conexión clara.

La educación y el entorno social en el que crece una persona, pueden jugar un papel importante en el desarrollo des síndrome de la vejiga tímida, por ejemplo, un entorno familiar o escolar estricto o poco comprensivo en relación con el uso del baño puede aumentar la ansiedad y generar problemas a largo plazo.

El origen del síndrome de la vejiga tímida a menudo, es una combinación de diversos factores que contribuyen a su aparición.

Enfrentar el problema

Se da el caso de que el 25% de las personas que padecen el síndrome de la vejiga tímida, no se lo cuentan ni siquiera a su pareja, alrededor del 45% de afectados por paruresis no comparte su problema con la familia, y casi el 60% lo oculta a sus amigos o compañeros de trabajo.

La psicología trata el síndrome de la vejiga tímida como un problema de fobia social, sin embargo, ninguno de los paradigmas aplicados más habitualmente, como el psicoanálisis o la terapia cognitiva-conductual no han obtenido resultados significativos por sí solos.

También se han probado ciertos tratamientos farmacológicos mediante distintas sustancias como el Atenolol, un betabloqueante selectivo que actúa limitando los efectos de ciertas hormonas, como la adrenalina; la Fenelzina, un medicamento inhibidor de la monoaminooxidasa, que favorece el aumento de los niveles de serotonina, norepinefrina y dopamina; el Propranolol que es otro bloqueante de la adrenalina; la Doxazosina que funciona relajando los músculos de la próstata y el cuello de la vejiga reduciendo la dificultad para orinar; la Paroxetina, un medicamento inhibidor de la recaptación de serotonina que ayuda a aumentar la cantidad de serotonina en el cerebro y a disminuir la ansiedad; el Clonazepam, una benzodiazepina que actúa aumentando la actividad del neurotransmisor inhibidor GABA, lo que provoca una reducción de la actividad cerebral y por lo tanto, una disminución de la ansiedad; la Fluoxetina un medicamento inhibidor de la recaptación de serotonina que actúa aumentando los niveles de serotonina en el cerebro, lo que reduce la ansiedad, sin embargo, ninguno de estos tratamientos ha logrado efectos positivos significativos.

El desconocimiento sobre el origen del problema está detrás de los malos resultados en la distintas terapias aplicadas. Un enfoque que combina la terapia cognitivo-conductual junto a sustancias parasimpaticomiméticas que potencian la acción del sistema nervioso parasimpático en el cuerpo, encargado de regular ciertas funciones corporales, apenas consiguió un 25% de mejora en los pacientes.

Otro de los tratamientos que presentan cierta efectividad es la exposición gradual a las situaciones que provocan dificultades para orinar, junto a un acompañante de confianza que actúa como estímulo ansiógeno adaptando su comportamiento a distintos niveles de privacidad que permitan al afectado avanzar progresivamente.

Los expertos consideran que la opción más efectiva para resolver el problema consiste en revelarlo a nuestro entorno más cercano, ya que esto rompe con el círculo vicioso que sufre la persona afectada por el síndrome de la vejiga tímida, que, cuanto más se esconde, más perpetúa su problema ya que el encubrimiento refuerza la presencia del síndrome, a lo que se añaden las prejuicios que origina en los demás que no son capaces de comprender el comportamiento extraño de las personas que sufren este trastorno.

Bibliografía

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