El miedo a la oscuridad en niños requiere del acompañamiento y la comprensión de los padres. Es un temor que los peques superan y afrontan de manera gradual. Generalmente, es un proceso vital con una duración temporal. Aunque cada caso o cada síntoma es distinto en la práctica, el niño puede vivir este temor en torno a los 2, 3 o 4 años, pero puede manifestarse incluso más tarde. ¿Cómo proporcionarle una mayor seguridad antes de iniciar el descanso?

Una rutina agradable, nutritiva y relajante

Las rutinas y hábitos tienen un fin muy positivo en la vida familiar y en el cuidado infantil: aportan protección y bienestar en casa. Por este motivo, conviene planificar momentos de calma y tranquilidad antes de ir a dormir. La hora del cuento puede integrarse en dicho periodo. Es muy importante seleccionar lecturas que tratan historias sencillas que avanzan hacia un final feliz. La compañía y la cercanía de la lectura en voz alta incrementan la resiliencia. Por el contrario, es esencial evitar que el menor vea contenidos televisivos que no sean adecuados para su edad. Es un aspecto que hay que cuidar en cualquier momento del día, pero todavía más en el tiempo previo al descanso.

Evita la sobreprotección durante su descanso

El deseo de ayudar a tu hijo a vencer las emociones desagradables que experimenta ante la oscuridad, no supone adoptar un papel sobreprotector. El adulto comete este error cuando, en lugar de motivar al niño en el afrontamiento de la situación, aplica medidas que potencian la evitación o la postergación.

Por ejemplo, no retrases la hora del descanso. Tampoco dejes la luz del cuarto encendida de manera permanente. Sí puedes proporcionarle una pequeña luz de apoyo por medio de una lámpara que ilumina de forma localizada un área de la estancia. El objetivo de dicha propuesta es evitar que el dormitorio infantil quede completamente a oscuras antes de que el niño se duerma.

Evita la sobreprotección por un motivo esencial: el niño desarrolla sus propios recursos para hacer frente al miedo a la oscuridad a través de la experiencia práctica. Una experiencia que también le aporta sensaciones tan agradables como un buen descanso.

Valida las emociones y sensaciones que experimenta

Es fundamental no minimizar las dificultades que percibe el niño. Su temor es muy real. ¿Qué le inquieta o le preocupa? Aunque la experiencia del miedo a la oscuridad es muy concreta, quizá identifique algún aspecto más específico que le causa intranquilidad. Por ejemplo, tal vez haya una zona del cuarto que le produce una mayor sensación de inseguridad.

Terrores nocturnos y pesadillas en la infancia

Atiende sus emociones por medio de la escucha, la comprensión y la atención. Transmite mensajes de calma y protección. Sin embargo, es recomendable que este asunto no se convierta en un tema de conversación recurrente antes de ir a la cama. El temor se alivia en aquellos instantes en los que el niño pone su atención en otros objetivos.

Ten empatía con su temor desde tu propia perspectiva

Aunque el miedo a la oscuridad es más frecuente en la infancia, existen varios temores que adquieren una forma similar en otras etapas de la vida. Es decir, tienes la posibilidad de conectar con tu propia realidad personal para poner en perspectiva la naturaleza del miedo.

Este parece más débil cuando se afronta. Por el contrario, se intensifica y persiste cuando se evita. La empatía hacia ti mismo puede ayudarte a tener más paciencia con el proceso que atraviesa tu hijo. Y ten en cuenta que su proceso de afrontamiento no tiene por qué avanzar de una manera lineal. Refuerza tu introspección personal, pero no le traslades el peso de tus temores o preocupaciones.

Observa a tu hijo cada día

El temor a la oscuridad adquiere matices distintos cuando se analiza desde el caso concreto. Es decir, observa la evolución de tu hijo en la rutina diaria. Identifica qué aspectos le ayudan y qué factores producen el efecto contrario. Haz un seguimiento de la situación para poder apoyarle de una forma más personalizada si tiene miedo a la oscuridad.

Creación de un entorno ordenado

Hay algunos detalles que pueden pasar desapercibidos en esta situación. El temor a la oscuridad puede abordarse desde un enfoque más amplio. Por ejemplo, muestra inteligencia emocional y empatía durante el proceso. Pero traslada tu mirada más allá del plano anímico, afectivo y psicológico. La decoración también adquiere un valor específico en este escenario de la vida familiar. Más en concreto, el orden y la organización de la zona de descanso. Elimina aquellos adornos o elementos que generan ruido visual en el dormitorio.

El miedo a la oscuridad suele experimentarse de manera temporal. ¿Qué puedes hacer si la situación persiste e interfiere en el bienestar infantil? En ese caso, puede ocurrir que los padres se sientan completamente desorientados tras haber intentado diferentes medidas que parecen no haber funcionado. En consecuencia, deben buscar el asesoramiento especializado de un psicólogo que evalúe el caso a partir de sus variables concretas.

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