El estrés en los niños es una realidad que no debe ser obviada, aunque es un tema que se estudia más en la población de adultos. Cualquier situación que implique un cambio o que lleve al niño a atravesar un proceso de adaptación puede llevar al estrés, el cual se puede desencadenar incluso ante hechos positivos, como comenzar el colegio, pese a que es más usual cuando ocurren hechos negativos, como la pérdida de un familiar o una enfermedad. Por ello, es importante que los adultos aprendan a identificar las señales y den apoyo al niño, enseñándole también a manejar la situación de la mejor forma.

El estrés en los niños

El estrés en los niños también puede surgir más en ciertos contextos, pues se sabe que la forma en la cual se expresan las emociones puede cambiar dependiendo de la cultura. Así, en ciertos lugares está normalizado el llorar públicamente o manifestar el malestar emocional, mientras que en otros es censurado, y todo esto influye.

Algunas veces, los signos del estrés pueden no ser tan evidentes, pero están presentes. Aunque quizá sea imposible vivir sin estrés, cuando se trata de cambios muy grandes, el niño se puede ver afectado en cuanto a su forma de pensar, sentir y actuar.

Algunas situaciones los adultos las hemos aprendido a manejar, mientras que para los más pequeños es difícil. Incluso, puede que los padres no se den cuenta que su hijo está sufriendo de estrés, pero la verdad es que el mundo está lleno de estresores.

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De acuerdo con Charles A. Nelson, en su estudio sobre la adversidad en la infancia, los niños hoy enfrentan grandes desafíos, como el cambio climático, la guerra, los desplazamientos, las disparidades económicas, la violencia, el vivir con un padre que padece una enfermedad mental y no la trata, la enfermedad propia o de un familiar, entre otros.

Estar expuestos a la adversidad durante la infancia repercute en la salud a futuro, ya que, según Nelson, los niños tienen un riesgo mayor de sufrir trastornos de salud relacionados con el estrés en la edad adulta. Así, el autor resalta que, durante los primeros años de vida, hay ciertos peligros, como la desnutrición o las enfermedades, además del maltrato, la pobreza extrema o el presenciar violencia, que afectan el desarrollo de los pequeños y pueden afectar su salud cardiovascular, metabólica, inmunológica y cerebral.

Hay una respuesta al estrés que tiene lugar cuando el niño experimenta adversidades fuertes o prolongadas, como los abusos físicos o emocionales, el divorcio, la negligencia o el abuso de sustancias de los cuidadores. Estas experiencias adversas constituyen factores estresantes que pueden desencadenar ciertas respuestas en los pequeños.

Fuentes de estrés

Otras fuentes de estrés pueden ser las siguientes:

  1. Preocupación por las notas académicas;
  2. preocupación por las labores escolares;
  3. manejo equilibrado de responsabilidades en la escuela y otras áreas;
  4. acoso escolar;
  5. presión de compañeros;
  6. problemas con los amigos;
  7. cambios de escuelas;
  8. no tener un hogar;
  9. mudanza;
  10. pensamientos negativos sobre sí mismos;
  11. separación de los padres;
  12. cambios corporales;
  13. crisis monetaria en el hogar;
  14. vivir en un lugar inseguro;
  15. pérdida de una mascota, entre otras.

Es posible que un niño no se dé cuenta que padece estrés, pero los padres, al observar algunos síntomas, sí lo puede notar o sospechar y buscar ayuda profesional médica o psicológica.

15 Señales de que un niño padece estrés

Entre los síntomas que los padres o cuidadores pueden notar, se encuentran los siguientes:

  1. Una mayor necesidad de estar cerca del cuidador;
  2. irritabilidad;
  3. regresión del comportamiento;
  4. hiperactividad;
  5. temores;
  6. llanto frecuente;
  7. rabietas seguidas;
  8. cambios en los hábitos alimenticios;
  9. cambios en el patrón de sueño;
  10. dificultad para concentrarse;
  11. pérdida de interés en el juego;
  12. mutismo;
  13. querer asumir el rol de los adultos;
  14. ansiedad;
  15. retraimiento.

El estrés en los niños, también se puede manifestar a través de algunas reacciones a nivel físico, tales como:

  • dolor de estómago;
  • mareos;
  • boca seca;
  • fatiga;
  • sensación de opresión en el pecho;
  • dificultad para respirar;
  • dolores de cabeza;
  • temblor;
  • debilidad muscular;
  • pérdida de apetito;
  • pesadillas;
  • mojar la cama o hacerlo con más frecuencia;
  • aislamiento de actividades con familiares o compañeros;

Si el niño presenta confusión o desorientación, es necesario buscar apoyo especializado. De igual modo, si un niño no desea estar en compañía de un adulto y se muestra renuente o temeroso, no se le debe obligar, y más bien prestar atención a esas señales e ir por orientación.

¿Qué pueden hacer los padres?

Algunas pautas que los padres pueden seguir para ayudar a su pequeño a manejar el estrés incluye lo siguiente:

  • Brindar al niño un hogar tranquilo, seguro y sano, en el que se sienta confiado.
  • Crear una rutina, como una cena familiar o ir al cine para ayudarle a aliviar el estrés.
  • Saber escoger los programas televisivos, libros y juegos más apropiados para el niño. Algunos noticieros, películas o juegos con violencia, le pueden producir temor.
  • Informar al niño con anticipación si se presentarán cambios, tales como mudanzas o un nuevo horario en el trabajo.
  • Dedicar tiempo de recreo con el niño.
  • Escucharle.
  • Apoyarle para tener una buena autoestima.

Los padres son los principales ejemplos para sus hijos, por ello, es importante saber gestionar los estados emocionales, sobre todo si presenta estrés o ansiedad, ya que los pequeños observan todo cuanto les rodea y si uno de los padres tiene un manejo inadecuado, el estrés en los niños también se puede incrementar.

Tener paciencia, calma y tranquilidad pueden generar un ambiente de confianza en el que el niño sienta menos estrés. Se deben evitar las comparaciones entre hermanos, compañeros o amigos. Más bien, los niños deben saber que cuentan con el amor incondicional de los padres.

Finalmente, se recomienda reflexionar sobre la cantidad de tareas extraescolares que tienen los pequeños y si les queda tiempo para el juego o el descanso. Siempre se debe tener presente que la mejor ayuda es la que se puede recibir de un psicólogo o profesional de la salud, ya que está capacitado para enseñar a los adultos a gestionar el estrés en los niños de la mejor manera.

Cómo enseñar a los niños a reconocer sus emociones

Bibliografía

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  • González, J. P. C. (2007). El estrés infantil y sus efectos psicosomáticos en el desempeño escolar. Huella de la Palabra, (2), 48-54.
  • Nelson, C. A., Scott, R. D., Bhutta, Z. A., Harris, N. B., Danese, A., & Samara, M. (2020). Adversity in childhood is linked to mental and physical health throughout life. BMJ (Clinical research ed.)371, m3048. https://doi.org/10.1136/bmj.m3048

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