El síndrome de carencia afectiva es una alteración que se desarrolla y manifiesta en la infancia. Sin embargo, las personas que lo presentan lidian con este problema incluso durante su vida adulta. Los problemas emocionales como la dependencia hacia la pareja o desconfianza en las relaciones pueden ser indicadores de este. Por esa razón, es importante que conozcamos más acerca de dicho síndrome y cómo pudiera estar afectando nuestras vidas.
A menudo, el síndrome puede pasar desapercibido en la vida de la gente y sus síntomas nunca se atienden. A largo plazo, esto podría contribuir al desarrollo de otras patologías mucho más severas como la depresión o ansiedad.
El afecto en la infancia
Cuando hablamos de afecto, nos referimos a todos los comportamientos que expresan amor o cariño por otra persona. Por ejemplo, un abrazo o las palabras de aliento en momentos difíciles pueden considerarse muestras de afecto. En este sentido, la especie humana, debido a su naturaleza social, tiene necesidades afectivas que se satisfacen de diferentes maneras. No obstante, en la infancia, el afecto es un factor determinante en el desarrollo psicosocial de los individuos.
Dependiendo de cómo los padres o cuidadores respondan a las necesidades afectivas de los pequeños, ellos desarrollarán diferentes estilos de apego. En esta misma línea, se entiende como apego a la forma en que creamos vínculos afectivos los unos con los otros. Esto es crucial para las futuras relaciones sociales que establezca alguien, bien sea con familiares, amigos o pareja.
Imaginemos el caso de un niño cuyos padres le dedican poco tiempo a causa del trabajo u otras situaciones. Además de eso, cuando están con él, no se comportan de manera afectiva, incluso cuando el infante expresa su necesidad de atención. En ese contexto, lo más probable es que el pequeño desarrolle un apego inseguro hacia los demás. A lo largo de su vida, tal vez sienta que no puede confiar en las personas y eso lo lleve a ser frío y distante.
También, esta persona vivirá con el síndrome de carencia afectiva sin ser consciente de ello. Por lo tanto, puede tener diferentes conflictos en sus relaciones interpersonales que afecten a su salud emocional. En muchos casos, las personas no se dan cuenta de que padecen este problema hasta que manifiestan otros más graves.
¿Qué es el síndrome de carencia afectiva?
Se trata de un conjunto de rasgos que pueden presentar aquellos que, durante la infancia, no lograron satisfacer sus necesidades afectivas. Como en el ejemplo anterior, es probable que los padres o cuidadores fueran figuras ausentes cuando eran pequeños. En casos más serios, puede que incluso fueran abusivos u hostiles hacia el infante.
El síntoma más característico de esta alteración es la sensación de vacío crónico. Quienes lo padecen, reportan sentir que algo falta en sus vidas y, pese a que lo intentan, no consiguen llenarlo con nada. Lo anterior puede llevarlos a presentar comportamientos nocivos como estudiar o trabajar en exceso para compensar esa sensación. Otras personas se inclinan más por hábitos nocivos como el consumo de sustancias o la autolesión para tolerar el vacío emocional.
El vacío emocional responde a la falta de satisfacción de las necesidades afectivas en la infancia. Estas personas crecen con la sensación de que no son queridos por alguna razón. Aparte del vacío emocional, otros síntomas típicos del síndrome de carencia afectiva son:
- Baja autoestima.
- Aislamiento social.
- Sensación constante de fracaso.
- Perfeccionismo.
- Dependencia emocional.
- Inestabilidad emocional.
- Relaciones interpersonales conflictivas.
¿Qué causa el síndrome de carencia afectiva?
Como se mencionó antes, es crucial para la vida de los infantes que sus necesidades de afecto sean satisfechas. Cuando los padres o cuidadores responden a las necesidades de manera adecuada, esto contribuye a un buen autoconcepto, autoestima y seguridad en sí mismo. Satisfacer las necesidades afectivas implica asegurarse de que el niño se sienta querido por quienes conforman su entorno.
Pero, por distintos motivos, es posible que un niño no se sienta apreciado por las personas que están a su alrededor. Esto no necesariamente quiere decir que los padres o cuidadores sean gente mala que no se interesa por el pequeño. En algunos casos, puede ocurrir que las figuras de afecto estén ausentes porque se ven en la obligación de trabajar para proveerle. También es posible que los padres o cuidadores padezcan alguna afección mental o física que les impida hacerse cargo del niño apropiadamente.
De cualquier manera, la principal causa del síndrome de carencia afectiva es la incapacidad o negligencia para cumplir con las necesidades de afecto. En consecuencia, la persona crece con la percepción de que no es querido por los demás y desconfía de ellos.
Tratamiento
En primer lugar, es necesario aclarar que no se trata de un trastorno mental que esté catalogado en el DSM o el CIE. Más bien, se trata de un término que utilizan los expertos en salud mental para hablar de un conjunto de rasgos de comportamiento. Este grupo de conductas denotan la negligencia en la satisfacción de las necesidades afectivas de la persona.
Hecha esta salvedad, el tratamiento del síndrome varia en función de las características de la persona. No es lo mismo atender este problema en un adolescente que en un adulto. Por lo tanto, el primer paso es evaluar las características de la persona y los recursos que ha usado para lidiar con la carencia. Luego, se puede proceder con la aplicación de técnicas psicoterapéuticas.
Si sospechas que tú o alguien que conoces padece el síndrome de carencia afectiva, lo mejor es buscar ayuda de inmediato. Ignorar este problema puede generar sufrimiento constante que a largo plazo deteriora la salud mental y física.
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Referencias
- Alemán, G. C. (1998). Síndrome de carencia crónica afectiva (Doctoral dissertation, Universidad de Granada).
- Roldan Cornejo, M. E. (2019). Carencia afectiva por padres ausentes y sus efectos en el comportamiento de un niño (Bachelor’s thesis, BABAHOYO: UTB, 2019).
- Vilaltella, J. T. (2007). Bowlby: vínculo, apego y pérdida, carencia afectiva. Master en Paidopsiquiatría, 3-10.