El síndrome del niño rico hace referencia a aquellos pequeños que reciben numerosos obsequios y presentes de todo tipo de los padres, pero no necesariamente son lo que más necesitan.

Muchos padres están ocupados hoy día y quizá la mayoría tenga más de una razón para explicarlo, tal como la inestabilidad económica, el alto costo de la vida, los pagos de servicios, entre otros. Pero, aunque sean motivos importantes para dedicarse a trabajar muchas horas al día, los niños merecen ser considerados y recibir tiempo y atención.

En qué consiste el síndrome del niño rico

El síndrome del niño rico no figura en ningún manual de diagnóstico, pero sí es un fenómeno del que muchos psicólogos, educadores y pedagogos comienzan a notar en sus áreas de trabajo: niños que necesitan muchos juguetes para divertirse y, además, obtener todo lo que quieren de forma inmediata.

En otros tiempos, tal vez muchos niños, que hoy son adultos, necesitaron de pocos juguetes, por ejemplo, para divertirse porque los objetos no eran lo primordial, sino la compañía con otros compañeros en el colegio, la creatividad para inventar juegos, cantar y otras actividades.

Sin embargo, en la actualidad, un gran número de pequeños no se sienten motivados a divertirse si no cuentan con un arsenal de juguetes. A esto se refiere el síndrome del niño rico. Los padres, para compensar la carencia de tiempo, suelen darles a sus hijos cualquier objeto para que se entretengan, por no mencionar las pantallas, que son mucho más nocivas y las consecuencias de su uso prolongado ha sido discutido por expertos.

Como vemos, el síndrome del niño rico hace alusión a un cuadro en el que los niños necesitan estar rodeados de muchos juguetes u objetos para divertirse. Esto sustituye el dar cariño, atención y proximidad con los pequeños, llenando su mundo de cosas que son innecesarias para su desarrollo.

Cuando se hace una crítica a esta forma de crianza, no se hace referencia en absoluto al hecho de no regalar juguetes, pero sí es un llamado de atención para que estos no reemplacen lo verdaderamente relevante, pues las cosas materiales nunca van a producir el impacto positivo que genera la cercanía con los pequeños.

Los padres lo son todo para los niños

Los niños son indefensos, se encuentran vulnerables ante muchas situaciones de la vida y sus mejores fuentes de seguridad son sus padres. Por este motivo, la atención y el cuidado son tan importantes. Además, tal como resalta la UNICEF, los primeros años de vida son cruciales para el futuro, en cuanto al desarrollo cerebral, la capacidad de aprender en el colegio, la felicidad, el bienestar y la forma de relacionarse con el dinero.

La organización señala que, durante esos primeros años de vida, tiene lugar la etapa formativa, en la cual el cerebro de un bebé puede formar más de un millón de conexiones neuronales nuevas, por segundo. Se trata de un ritmo que jamás vuelve a alcanzar. He aquí la importancia de la primera infancia, en la que se deben cubrir aspectos como una buena alimentación, los estímulos y, por supuesto, la atención, lo cual se sintetiza en: comer, jugar y amar, factores esenciales para el desarrollo de los niños.

Aunque muchos señalan que, entre los riesgos del síndrome del niño rico, uno de ellos es que el pequeño sea malcriado, quizá el síndrome tiene otras repercusiones más significativas, tales como anular la sana comunicación entre padres e hijos o no ayudarles en su desarrollo cerebral, por medio de la creatividad y la importancia de los juegos.

Cabe señalar que, aunque el síndrome haya recibido ese nombre, ello no tiene nada que ver con que los padres sean acaudalados, sino más bien que procuren darles todo para sustituir las verdaderas muestras de amor con objetos.

Consecuencias del excesivo uso de juguetes

Cuando los padres entregan muchos juguetes o exceso de objetos a sus hijos para compensar la carencia de tiempo y afecto, algunas consecuencias pueden ser las siguientes:

  1. El niño no sabe qué hacer si no tiene juguetes a su disposición.
  2. No logra manejar la frustración cuando no obtiene de forma inmediata lo que desea.
  3. Insatisfacción.
  4. Enfado.
  5. Aburrimiento.
  6. No logran compartir con los miembros de la familia.
  7. Son poco colaboradores con las tareas de la familia.
  8. Dificultad para establecer relaciones sociales.
  9. No logran regular la rabia.
  10. No hay buena comunicación con los padres ni capacidad de resolución de conflictos.

Finalmente, es menester tener presente que lo más importante para los pequeños no son los juguetes. Si bien se les pueden hacer regalos, también es necesario apoyarles para que desarrollen sus otras habilidades, las cuales les serán útiles para el resto de sus vidas.

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Bibliografía

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  • Pizzo, M. E. (2006). El desarrollo de los niños en edad escolar. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
  • Ternera, L. A. C. (2009). Características del desarrollo cognitivo y del lenguaje en niños de edad preescolar. Psicogente12(22).

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