Los adolescentes suelen tener comportamientos que llegan a desconcertar a los adultos a su alrededor. Por ejemplo, pueden llegar a ser muy groseros, críticos y buscar constantemente discutir con los demás. Es importante tomar en cuenta que este tipo de conductas ocurren porque su desarrollo cognitivo se encuentra en la etapa de operaciones formales. Así, cuentan con la capacidad para resolver problemas complejos y formular hipótesis, pero les cuesta lidiar con las contradicciones entre su mente y el mundo exterior.
La Adolescencia, una etapa difícil
A partir de los 11 años, los niños experimentan cambios en sus cuerpos. Por un lado, las niñas notan el desarrollo de los pechos y las caderas, así como la llegada de la menstruación. Por otra parte, la voz de los varones se hace más profunda e inicia el crecimiento del vello facial. Estos cambios físicos indican la llegada de la pubertad, la cual corresponde con la transición de la infancia a la adolescencia.
Sin embargo, durante la adolescencia no solo se producen cambios físicos; podemos ver a los jóvenes cambiar sus actitudes, comportamientos y manera de pensar. Todo esto ocurre porque el adolescente se encuentra en la búsqueda de su identidad, lo que puede conllevar a dificultades en el vínculo con sus padres. De esta forma, es usual ver a adolescentes peleando constantemente con los adultos y sintiendo que nadie los entiende. Aun así, el hacer un esfuerzo por comprender los cambios cognitivos propios de la adolescencia y ser empático puede ayudar a que la convivencia entre padres e hijos sea mucho menos caótica.
La mente del adolescente
De acuerdo con el psicólogo David Elkind, a nivel cognitivo, el adolescente se encuentra en la etapa de operaciones formales. Tal afirmación significa que el joven es capaz de solucionar problemas complejos y formular hipótesis, es decir, imaginar un mundo más allá de lo establecido. Sin embargo, apenas están aprendiendo a utilizar sus nuevas habilidades cognitivas, por lo que podemos llegar a ver en ellos comportamientos difíciles de manejar. A continuación, describiremos algunas características particulares de la mente de los adolescentes que los hace sentir como si nadie los entendiera.
1. Idealismo y tendencia a la crítica
Gracias a la capacidad de formular hipótesis, los adolescentes comienzan a imaginar un mundo ideal en el que quisieran vivir, el cual está completamente alineado con sus valores. Pero, a medida que crecen, se dan cuenta lo alejada que está esa imagen idealizada de la realidad. Por tanto, se vuelven hipercríticos y comienzan a ver fallos y defectos en los adultos y en la sociedad, llevando incluso al ataque ante cualquier error.
2. No temen discutir con sus padres
Durante la infancia, probablemente tu hijo solía acatar la mayoría de las instrucciones que le dabas sin rechistar. Por lo general, los pequeños no cuentan con las habilidades necesarias para argumentar, aunque no estén de acuerdo con sus padres. Por el contrario, los adolescentes han desarrollado su capacidad para ordenar los hechos de forma lógica y crear argumentos. Así, no te sorprendas si un joven muestra tendencia a discutir, no siempre es rebeldía, pues la mayoría de adolescentes no dudarán en mostrar su punto de vista.
3. Les cuesta tomar decisiones
Aunque los adolescentes tengan la capacidad de generar muchas respuestas alternativas, les cuesta elegir entre ellas. De este modo, no han aprendido a valorar con eficacia las ventajas y desventajas de cada una.
4. Creen tener una ‘audiencia imaginaria’
El cambio físico que experimentan los jóvenes puede llegar a generar fuertes repercusiones en su autoestima. Por este motivo, muchos de ellos se vuelven extremadamente conscientes de su aspecto físico, de la calidad de sus decisiones o de su desenvolvimiento social. Como consecuencia, pueden llegar a creer que existe una ‘audiencia imaginaria’, que se encuentra hipervigilante a sus acciones. Por ejemplo, una adolescente que cree estar usando “la ropa incorrecta” puede pensar que “todos la están viendo de reojo”.
5. Tienen una fábula personal de singularidad
Muchos adolescentes pueden llegar a creer que su experiencia es única y que no están sujetos a las reglas que gobiernan al resto. De esta forma, algunos jóvenes pensarán que “Otras personas caen en la adicción a las drogas, pero yo no”. O, “No necesito usar anticonceptivos, pues yo no tendré un embarazo adolescente, eso lo pasa a otros, no a mí”. Este tipo de pensamientos, en la mayoría de ocasiones, producen comportamientos riesgosos.
¿Cómo ayudar a mi hijo adolescente?
Tomando en cuenta las distorsiones cognitivas que pueden llegar a experimentar los adolescentes, pueden sentir que nadie los entiende. Sin embargo, es posible ayudarlos a integrar sus experiencias para que puedan aprender a pensar con madurez y tener una visión realista sobre sí mismos y el mundo que los rodea. Como padres, es importante escuchar, ser observadores, comunicarse de manera abierta, ser empáticos y evitar juzgar. Como regla general, es importante mostrar aceptación y comprensión para que el joven sepa que puede recurrir a sus padres incluso si ha cometido errores. No existe un manual para ser un padre perfecto, sin embargo, es posible educarse y aprender estrategias para regular la frustración y el estrés para poder transmitirlas a los más jóvenes.