El Día Mundial Sin Tabaco se celebra cada año el 31 de mayo. Esta fecha fue establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para alentar a las personas a abstenerse de fumar durante al menos 24 horas y para aumentar la conciencia sobre los efectos perjudiciales del tabaco y el tabaquismo en la salud.

Todos conocemos los efectos perjudiciales del tabaco en la salud física, y las enfermedades que provoca, pero se habla poco de las implicaciones del tabaquismo en la salud mental, y esto es lo que vamos a explorar en este artículo.

Cómo afecta el tabaco al cerebro

El tabaco se infiltra en el cerebro desplegando su arma principal: la nicotina, un poderoso neuroestimulante, y es que a través de una bocanada de humo, en tan solo 10 a 20 segundos, la nicotina llega a su destino y comienza su trabajo, se une a los receptores de nicotina en las neuronas, liberando neurotransmisores como la dopamina, el mensajero químico que nos trae sensaciones de placer y recompensa. El cerebro, seducido por este aumento en los niveles de dopamina, poco a poco se acostumbra a él y precisa de más dosis para conseguir el mismo efecto, lo que a menudo conduce a la adicción.

Sin embargo, la nicotina no se detiene ahí, con el paso del tiempo y la exposición repetida, insidiosamente provoca cambios duraderos en el cerebro, incrementando el número de receptores de nicotina en las neuronas, reforzando así la dependencia a la nicotina para mantener su estado normal de funcionamiento.

La relación a largo plazo con el tabaco no es amigable para el cerebro, este vínculo crónico se asocia con trastornos cognitivos y alteraciones del estado de ánimo, desde la memoria hasta la concentración y la capacidad de aprender, la nicotina puede afectar todas estas funciones vitales, y como cualquier relación tóxica, su cese puede traer consigo problemas: el síndrome de abstinencia, y es que, sin nicotina, los ex fumadores pueden experimentar irritabilidad, ansiedad y depresión.

Pero el tabaco no solo causa alteraciones en la estructura y función normal del cerebro, se ha demostrado que su consumo también está vinculado a un aumento del riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Se cree que la exposición crónica al tabaco puede contribuir al daño de las neuronas a través de la inflamación y el estrés oxidativo.

La nicotina no está sola en esta invasión al cerebro, el humo del tabaco es una mezcla tóxica de miles de químicos, muchos de los cuales tienen efectos perjudiciales para el cerebro y el resto del cuerpo. Se estima que hay más de 7000 sustancias químicas en el humo del tabaco entre las que se encuentran la nicotina, el alquitrán, el amoníaco, el cianuro, plomo, arsénico,… de todas ellas, por lo menos 250 de ellas son altamente perjudiciales, y más de 60 son conocidas por ser cancerígenas.

Los efectos psicológicos del tabaco

El tabaco, con su agente activo, la nicotina, es como una montaña rusa para el cerebro, llevándolo en un viaje con altos y bajos emocionales y psicológicos. Al fumar, la nicotina se propaga a través del humo y penetra en el cerebro, causando una cascada de dopamina que proporciona una sensación efímera de euforia y bienestar.

Pero a medida que el cerebro se acostumbra a esos niveles de nicotina, comienza a ansiar la excitación de la subida, buscando más y más nicotina para recrear esa sensación inicial de placer, de esta manera, la dependencia y la adicción se arraigan, provocando el tabaquismo.

Aunque parezca contradictorio, a pesar de que muchos fumadores buscan en el tabaco un refugio al estrés y la ansiedad, su relación con la nicotina puede tener el efecto contrario, y es que la dependencia a largo plazo de la nicotina puede incrementar los niveles de ansiedad y estrés.

Intentar abandonar esta adicción, puede ser una hazaña en sí misma, ya que al dejar el tabaco, los fumadores pueden encontrarse atrapados en un torbellino de síntomas de abstinencia, desde la ansiedad y la irritabilidad hasta la dificultad para concentrarse y la inquietud. Incluso pueden encontrarse con sensaciones de depresión y un aumento del apetito. Por suerte, este torbellino de sensaciones es temporal, disminuyendo con el tiempo mientras el cuerpo se ajusta a una vida sin nicotina.

Por otro lado, algunas investigaciones indican que el tabaquismo a largo plazo puede estar asociado con cambios en el estado de ánimo y un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo, como la depresión.

La relación entre el tabaco y las enfermedades neurodegenerativas.

La relación entre el consumo de tabaco y las enfermedades neurodegenerativas ha sido objeto de numerosos estudios científicos hasta la fecha, y se ha encontrado que el tabaquismo puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.

Varios estudios epidemiológicos han sugerido una asociación entre el tabaquismo y un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer. Por ejemplo, un estudio publicado en 2014 en la revista «Alzheimer’s & Dementia» encontró que los fumadores actuales tenían un riesgo 79% mayor de desarrollar Alzheimer en comparación con aquellos que nunca habían fumado.

En cambio, la relación entre el tabaquismo y la enfermedad de Parkinson es un poco más compleja, ya que a pesar de que algunos estudios han sugerido que el tabaquismo podría estar asociado con un riesgo reducido de Parkinson, estos hallazgos son controvertidos y la relación podría ser más una correlación que una causa. Los expertos sugieren que esta asociación inversa puede ser debido a factores de confusión o efectos de selección, en lugar de un efecto protector del tabaco.

Aunque existan estudios que sugieran estas asociaciones, no son necesariamente una prueba de causalidad, ya que existen otros muchos factores a tener en cuenta, incluyendo el hecho de que los fumadores pueden tener otras conductas de salud perjudiciales, como una mala dieta o un estilo de vida sedentario, que también pueden contribuir al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

Además, aunque estos estudios indican una relación entre el tabaco y las enfermedades neurodegenerativas, hay que tener en cuenta que además, el tabaquismo es perjudicial para la salud de muchas maneras y su uso se desaconseja fuertemente, ya que fumar puede llevar a enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diferentes tipos de cáncer y muchas otras afecciones de salud graves.

Las curas de desintoxicación del tabaquismo

Dejar de fumar puede ser una montaña difícil de escalar; los efectos adictivos de la nicotina pueden hacer que el viaje sea duro y lleno de obstáculos, pero al igual que con cualquier travesía difícil, hay herramientas y estrategias disponibles para hacer el camino más llevadero.

Una de los tratamientos más efectivos es la Terapia de Reemplazo de Nicotina o TRN, con la que se proporcionan pequeñas dosis de nicotina para disminuir los antojos y síntomas de abstinencia, facilitando el progreso hacia una vida sin tabaco. Esta ayuda se presenta en distintos formatos, desde un parche de nicotina hasta un chicle, o incluso un aerosol nasal, un inhalador o una pastilla.

Otros medicamentos sin nicotina como el bupropión (Zyban) y la vareniclina (Chantix) pueden ser de gran ayuda para reducir los los síntomas de abstinencia.

El tabaquismo también tiene raíces profundas en la mente y las emociones por lo que para superar su adicción, resulta útil contar con el apoyo de agentes externos. Contactar con un consejero o unirte a un grupo de apoyo puede ser como encontrar un oasis en medio del desierto, un lugar para recargar energías, aprender nuevas estrategias y obtener apoyo emocional.

Algunas personas también encuentran útil explorar caminos alternativos en su viaje para dejar de fumar y encuentran alivio en la acupuntura, mientras que otros pueden descubrir la fuerza interior a través de la hipnosis, la terapia cognitivo-conductual o la meditación.

Al final del día, cada uno tiene su propio camino para dejar de fumar, para algunos, puede ser útil establecer una fecha límite para dejar de fumar, mientras que para otros, mantenerse físicamente activo, beber mucha agua o mantener las manos y la boca ocupadas puede ser la clave.

El proceso de desintoxicación de la nicotina puede ser largo y suele presentar síntomas de abstinencia que pueden durar semanas o incluso meses, pero con paciencia, perseverancia y las herramientas adecuadas, la cima de la montaña está a la vista. La recuperación a largo plazo es posible con un enfoque sostenido en el cambio de comportamiento y el manejo del estrés, y siempre es aconsejable tener un guía experimentado en esta travesía, por lo que se recomienda buscar el consejo de un profesional de la salud para diseñar un plan de desintoxicación y recuperación adaptado a las necesidades individuales.

Los «vapeadores» como sustituto del hábito de fumar

El uso de los «vapeadores», «vapes» o cigarrillos electrónicos es un tema de debate en el campo de la salud pública, y aunque algunas personas han encontrado que los vapeadores les ayudan a reducir o dejar el consumo de tabaco, existen preocupaciones sobre la seguridad y la eficacia a largo plazo de estos dispositivos.

Se presentan como una alternativa menos perjudicial a los cigarrillos tradicionales, ya que al no quemar tabaco, no producen muchas de las sustancias tóxicas y cancerígenas que se encuentran en el humo del tabaco, y se utilizan como una herramienta para ayudar a dejar de fumar ya que pueden proporcionar ciertas dosis de nicotina, la sustancia que causa adicción en los cigarrillos, pero sin los otros componentes perjudiciales del tabaco. La idea es que los fumadores pueden reducir gradualmente su dependencia de la nicotina utilizando cigarrillos electrónicos.

Los cigarrillos electrónicos exponen a los usuarios a menos productos químicos nocivos en comparación con los cigarrillos tradicionales, lo que ha llevado a algunas personas y organizaciones a sugerir que podrían ser una opción más segura o menos perjudicial que el tabaco tradicional. También se han realizado algunos estudios que han mostrado que los vapeadores pueden ayudar a las personas a reducir su consumo de tabaco o a dejar de fumar por completo.

Sin embargo, es importante entender que «menos perjudicial» no significa «inocuo». Los vapeadores todavía contienen sustancias químicas potencialmente dañinas y adictivas como la nicotina. Además, la seguridad a largo plazo de los vapeadores no está completamente establecida, ya que son productos relativamente nuevos en el mercado.

Otra preocupación importante es que los vapeadores a menudo son comercializados y percibidos como productos de moda, lo que puede atraer a los jóvenes y potencialmente servir como una puerta de entrada al consumo de tabaco. También existe la preocupación de que la disponibilidad y el uso de los vapeadores pueda normalizar de nuevo el acto de fumar, después de décadas de esfuerzos de salud pública para desnormalizar y desmotivar el tabaquismo.

Qué productos se utilizan en los cigarrillos electrónicos

Los cigarrillos electrónicos, funcionan calentando y vaporizando un líquido que luego es inhalado por el usuario. Este líquido, a veces llamado «e-liquid» o «vape juice», contiene tres componentes principales:

  • Nicotina: Muchos líquidos de vapeo contienen nicotina, aunque la cantidad puede variar según la marca. Algunos líquidos pueden contener nicotina en cantidades similares a un cigarrillo regular, mientras que otros pueden contener menos o incluso no contener nicotina en absoluto.
  • Glicerina vegetal y propilenglicol: Estos son los principales ingredientes del e-líquido. La glicerina vegetal es un líquido espeso y dulce que produce mucho vapor al ser calentado, mientras que el propilenglicol es más fluido y ayuda a llevar el sabor en el vapor. Ambos son considerados generalmente seguros para el consumo en alimentos, pero no está claro si son seguros para inhalar en forma de vapor.
  • Saborizantes: Los e-líquidos vienen en una variedad de sabores, desde tabaco y menta hasta frutas. Los ingredientes de estos sabores pueden ser seguros para el consumo en alimentos, pero al igual que la glicerina vegetal y el propilenglicol, no está claro si son seguros para inhalar.

Aunque los ingredientes de los e-líquidos son generalmente considerados seguros para su uso en alimentos y cosméticos, no hay suficientes estudios a largo plazo sobre los efectos de la inhalación de estos productos. Además, la fabricación de e-líquidos no está regulada de manera tan estricta como la de los alimentos o los medicamentos, lo que significa que la calidad puede variar entre diferentes marcas y productos.

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Dejar de fumar y engordar o fumar para no engordar

La respuesta a esta pregunta es compleja y depende en gran medida de las circunstancias individuales, incluyendo factores como el nivel de dependencia del tabaco, la cantidad de aumento de peso que se espera y las condiciones de salud existentes.

Sin embargo, en general, los expertos en salud pública están de acuerdo en que los beneficios de dejar de fumar superan con creces los riesgos asociados con el aumento de peso moderado. Los riesgos para la salud asociados con el tabaquismo son bien conocidos y significativos, el tabaquismo es una de las principales causas de enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón y otras enfermedades respiratorias, entre otras afecciones de salud graves, además de todo tipo de problemas psicológicos de los que ya hemos hablado, por lo que dejar de fumar reduce significativamente estos riesgos.

Por otro lado, el aumento de peso que se produce después de dejar de fumar suele ser moderado, en promedio, las personas pueden ganar entre 2,5 y 4,5 kg después de dejar de fumar, y aunque el aumento de peso puede ser un problema de salud en sí mismo, especialmente si lleva a la obesidad, es importante tener presente que este aumento de peso suele ser moderado y tiende a estabilizarse con el tiempo.

Existen estrategias efectivas para controlar el aumento de peso después de dejar de fumar que incluyen la adopción de una alimentación saludable, la realización de actividad física regular y, en algunos casos, el uso de medicamentos recetados. Hablar con un profesional de la salud puede ayudar a diseñar un plan personalizado para controlar el aumento de peso mientras se deja de fumar.

Incluso a pesar del posible aumento de peso, dejar de fumar presenta más ventajas que inconvenientes en la mejora la salud general. Varios estudios han encontrado que, a pesar del aumento de peso, las personas que dejan de fumar tienen una mejor función pulmonar y un menor riesgo de enfermedades del corazón que las que continúan fumando.

La conclusión es que, aunque la preocupación por el aumento de peso es legítima después de dejar de fumar, los beneficios para la salud de dejar de fumar generalmente superan los riesgos asociados con el aumento de peso moderado. Sin embargo, si te preocupa el aumento de peso, te animo a que hables con un profesional de la salud, que puede ofrecerte estrategias y recursos para manejar esta preocupación mientras trabajas para dejar de fumar.

La evolución en el consumo de tabaco

Afortunadamente, el consumo de tabaco presenta una tendencia general de disminución durante las últimas décadas. Este cambio se atribuye en gran parte a los esfuerzos de salud pública para aumentar la conciencia sobre los riesgos del tabaquismo, así como a las políticas gubernamentales, como los impuestos al tabaco, las restricciones publicitarias, las leyes de no fumar en lugares públicos y las advertencias sanitarias en los paquetes de cigarrillos.

No obstante, aunque el consumo de cigarrillos tradicionales ha disminuido, el uso de productos alternativos de tabaco y nicotina, como los cigarrillos electrónicos, ha aumentado en algunos grupos demográficos, particularmente entre los más jóvenes.

En algunos países de bajos y medianos ingresos, el consumo de tabaco sigue siendo elevado o incluso aumenta debido a varios factores, como el marketing agresivo de las empresas tabacaleras y la falta de regulaciones estrictas sobre el tabaco, y aunque se han logrado progresos significativos en la reducción del consumo de tabaco, este sigue siendo una causa importante de enfermedad y muerte prematura en todo el mundo.

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