Las teorías sobre las emociones han empezado a surgir en Psicología desde hacer relativamente poco, ya que se consideraba que las emociones debían de ser tratados por poetas y filósofos, pero no por psicólogos; esto viene desde la época de Descartes. Durante siglos la Psicología ha consistido en el estudio de la razón, de la mente racional. Las emociones se consideraban el estorbo humano, algo que debía ser apartado y evitado. Ahora es imposible concebir la Psicología sin tener en cuenta la influencia de las emociones.

Teorías sobre las emociones en Psicología

En este artículo veremos las que son consideradas las principales teorías sobre las emociones y que más han orientado y ayudado en Psicología, pasando por las teorías evolucionistas, conductistas y psicoanalíticas.

1. Teoría evolucionista de Darwin

Charles Darwin, iniciador de la teoría de la evolución, postuló la teoría de la filogénesis emocional en 1872 en «La expresión de las emociones en los animales y en el hombre» y en «Apunte biográfico de un niño», donde expone sus observaciones y conclusiones fruto de las descripciones de cuidadores de zoos, exploradores y misioneros, tratando de demostrar la continuidad básica de las expresiones emocionales desde los animales inferiores a los humanos, alegando que, cuanto más desarrollada está una especie, mayor expresividad emocional posee.

Para Darwin, las emociones están al servicio de funciones vitales de los animales y del hombre: el placer, la defensa, cooperación, procreación… Además, actúan como un sistema de señales comunicativo que avisa, comunica, previene y dirige la acción de los animales (Darwin, 1872). Son un tipo de lenguaje que se expresa mediante signos corporales y por eso tienen un alto contenido informativo. También suponía que las emociones son innatas y, al menos en sus bases fisiológicas, instintivas, y se plasman fundamentalmente en reflejos, por lo que pueden ser universalmente entendidas y codificadas.

2. Teoría tridimensional de Wundt

Wilhelm Wundt consideraba que las emociones son los elementos mínimos de los sentimientos existentes en la conciencia (Montañés, 2005). El estímulo causaría directamente la emoción. Para su valoración en el método de la introspección son necesarias tres dimensiones:

  1. Placer-displacer.
  2. Tensión-relajación.
  3. Excitación-tranquilidad.

Cada emoción ha de evaluarse con arreglo a estas coordenadas. Hay que prestar atención también a tres atributos:

  1. Duración (breve/prolongado).
  2. Intensidad (débil/fuerte).
  3. Cualidad (bueno/malo).

La dimensión claridad, propuesta por Wundt, no puede aplicarse al estudio de las emociones porque, cuando tratamos de prestar atención a las emociones para evaluarlas, éstas desaparecen como emociones, aunque subsistan como cogniciones (Montañés, 2005). Wundt propone además una subdivisión de los sentimientos en bajos o elevados, según se apoyen más o menos en las emociones o sensaciones corpóreas primarias.

3. Teorías conductistas

El concepto de emoción es molesto para los conductistas, porque al ser intangible, se presenta como el remedio cómodo (variable interviniente) al que asociar o con el que relacionar causalmente conductas cuyos determinantes ambientales se desconocen. Dentro de las teorías conductistas de las emociones, encontramos, entre otras:

  • Condicionamiento: el conductismo clásico entendía que todas las posibles emociones de un sujeto serían consecuencia de un aprendizaje por asociación y por condicionamiento a partir de tres emociones básicas: amor, cólera y miedo. Las emociones pueden producirse también debido a un condicionamiento corporal o visceral (muchos fóbicos temen exponerse a algunas situaciones no porque les haya ocurrido algo en ellas sino porque en ellas experimentaron un cambio orgánico que les asustaron, como taquicardia intensa en el mercado, mareo en el cine…).
  • Teoría de la indefensión aprendida de Seligman (Palenzuela, 1984): explica algunos aspectos de la apatía y abulia depresivas o ausencia de respuesta por percepción de incontrolabilidad respecto a las situaciones o estímulos.
  • Teoría de inoculación o incubación emocional de Eysenck (Gallegos, 2012): explica cómo ciertos estímulos generadores de una determinada emoción pueden extinguirla cuando son demasiado intensos. Por ejemplo, una situación excesivamente atemorizante puede insensibilizar, y una dosis demasiado elevada de agresividad puede producir asco, no miedo.

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4. Teorías psicoanalíticas o psicodinámicas

El Psicoanálisis supone que los vínculos emocionales que se establecen desde el nacimiento tienen que ver con la satisfacción de necesidades primarias (hambre, sed, limpieza y sueño, sexo…) o secundarias (dependencia, confirmación, reconocimiento…) para las que otras personas son fundamentales. Dentro de las teorías psicoanalíticas encontramos:

  • Modelo Freudiano: emoción como resultado de las pulsiones

Las emociones son impulsos que movilizan al sujeto a alguna acción concreta, garantizando funciones de control y defensa frente al mundo. Tendrían un carácter supervivencial y estarían vinculadas primariamente a las pulsiones de ello. En «Inhibición, síntoma y angustia» (1926), Freud interpreta los afectos como interpretan como “funciones del yo y, como tales, ya no constituyen válvulas de seguridad, sino que el yo los utiliza como señales”. Por ello se consideran las emociones como fuerzas inductoras motivadoras de conducta.

  • Teoría del apego de Bowlby

La teoría del apego de John Bowlby es un modo de concebir el hecho de que los seres humanos sean propensos a establecer sólidos vínculos afectivos con otras personas determinadas y explicar múltiples formas de trastorno emocional y de alteraciones de personalidad (ansiedad, irá, depresión y apartamiento emocional), ocasionados por la separación involuntaria y pérdida de seres queridos (Bowlby, 1979).

La hipótesis dice que la experiencia emocional e interpersonal establecida por una persona tiene que ver con las primeras experiencias de relación establecidas con sus padres y cuidadores en la infancia (Bowlby, 1979). Esta pauta primigenia de interacción tiende a persistir y autoperpetuarse porque se retroalimenta: un niño ansioso es propenso a las quejas y al aferramiento, lo que genera ambivalencia y rechazo, ansiedad en la madre produciendo miedo en el niño de ser abandonado por ella, aumentando así su ansiedad (un círculo vicioso).

La hipótesis central de esta teoría es que existe una intensa relación causal entre las experiencias de un individuo con sus padres y su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos. Todo depende de que los padres desempeñen adecuadamente dos funciones: proporcionar una base segura al niño y animarle a explorar el mundo. Cuanto más intensas son las emociones despertadas en una relación, más probable es que se conviertan en dominantes los modelos más primitivos y menos conscientes.

  • Concepto de Urdimbre afectiva de Rof Carballo

Se basa en la idea de la prematuridad del nacimiento del infante humano, lo que le conmina a completar su maduración en el útero social, estableciendo con sus padres unos lazos afectivos que son a nivel psíquico lo mismo que el cordón umbilical a nivel biológico en el estado fetal: sin ellos se moriría como ser humano, no se humanizaría ni socializaría (Carballo, 1962). La urdimbre afectiva es la matriz emocional que culmina su maduración bio-psíquica, ya que ni siquiera el cerebro maduraría si no contara con el suministro afectivo.

Es la prematuridad lo que deja más puertas abiertas a la pluralidad de formas de desarrollo. La madre es la intermediaria de pautas sociales y culturales del grupo en el que vive. Angustia de separación sería en la teoría de la Urdimbre afectiva una ruptura o efracción de la urdimbre primigenia en la primera infancia.

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Referencias bibliográficas

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