Contexto del síndrome FOMO

Es sencillo afirmar que la característica principal de nuestra sociedad es la ansiedad, sobre todo cuando nos damos cuenta de la multitud de amenazas que tenemos en la actualidad: virus, radiación, competencia, violencias invisibles y visibles, sobre exigencia, multitarea, ambición, consumismo, la obligación de caer bien, gustar, obtener reconocimiento, ser visible… y un signo de tal afirmación es el nuevo trastorno que acecha a las generaciones más jóvenes: el síndrome FOMO.

Vivir con la constante sensación de amenaza nos hace indefensos ante las exigentes demandas del día a día, y eso nos hace más vulnerables y frágiles. Cierto es que, si no tuviésemos ansiedad, estaríamos muertos, porque la ansiedad es un necesario dispositivo de alerta que nos pone en guardia y prepara o corrige los excesos de acción. Sin embargo, el exceso de ansiedad nos provoca sensaciones que, como sabemos, son horribles.

Síndromes como el que vamos a explicar hoy son cada vez más comunes en nuestra sociedad, sobre todo si tenemos en cuenta la alta digitalización, problemas de salud mental, dependencia y debilidad que se está creando como consecuencia de el uso inadecuado de las tecnologías y de las facilidades inventadas por la ciencia, entre otras cosas.

¿Qué es el síndrome FOMO?

El Síndrome FOMO (Fear Of Missing Out) es descrito como el «miedo a perderse algo«, que provoca necesitar estar permanentemente conectado a redes sociales para comprobar si otras personas conocidas están teniendo experiencias interesantes que se están perdiendo (Pérez-Elizondo, 2020). Es generador de gran ansiedad porque actúa ofreciendo un estímulo que no siempre se puede realizar, además de ser un fenómeno que nos despersonaliza, ya que las experiencias de otros pueden estar falseadas, exageradas o distorsionadas.

Las redes sociales suponen una fuente de información ilimitada, que puede ser verdadera o no, pero que bombardea cada minuto a millones de personas, dependientes de dicha información, lo que da lugar a una gran desadaptación para los individuos susceptibles (Pérez-Elizondo, 2020). Esta información constante se ha demostrado que puede provocar depresión, ira, melancolía, bajadas de autoestima, soledad, tristeza y ansiedad.

La socióloga Martha Beck (2013) acierta afirmando que el síndrome FOMO es un fenómeno social que reside en el autoengaño, tanto por parte del usuario emisor como de la víctima que lo recibe. La imaginación del espectador es una frustración constante delante de la pantalla donde está sucediendo algo que se está perdiendo por no haber querido ir, podido, o no haber sido invitado. Esta situación consigue empañar nuestra visión de que la vida de los demás es más divertida e interesante que la nuestra.

Las personas que padecen el FOMO sienten la necesidad de estar al corriente constantemente de qué están haciendo las personas a las que sigue, sean sus amigos o no, comprobando likes, seguidores, comentarios y visualizaciones constantemente. Además, los que lo padecen creen que si no responden a la gente inmediatamente se quedarán fuera de la conversación, idea que les provoca angustia. Todas estas ideas provocan una gran ansiedad en las personas, que seguirán en ese círculo vicioso de retroalimentación cada 5 segundos.

Causas y síntomas

En cuanto a las causas del síndrome, están relacionadas, en su mayoría, con internet y las redes sociales. Algunas de las causas principales son (Hephzibah, 2011):

  • Mal o excesivo uso de las redes sociales.
  • Manejar enormes cantidades de información a través de internet y redes sociales.
  • Baja autoestima y soledad.
  • Déficit de satisfacción en necesidades psicológicas.

Entre los síntomas principales de este importante síndrome que está enfrentándose fuertemente a nuestra sociedad, encontramos, además de todo lo ya mencionado (El Público, 2021):

  • Síndrome de la llamada o alerta fantasma: se refiere a los sonidos ilusorios que algunas personas creen escuchar del móvil, como una notificación, like o mensaje. Va a la par con la desilusión posterior de que no hay nada nuevo en el teléfono.
  • Ansiedad provocada por no responder inmediatamente.
  • Cantidad excesiva de tiempo en las redes sociales.
  • Retransmitir todo el tiempo lo que se está haciendo y olvidarse de vivir el momento.
  • Estar todo el rato con la pantalla en conciertos, reuniones familiares, vacaciones y horas de trabajo.
  • Aislamiento habitual con el móvil.

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Qué hacer frente al síndrome FOMO

Uno de los aspectos fundamentales para solucionar el síndrome FOMO es afrontar la causa que lo ha provocado, sin evitar o negar el problema (Soriano-Sánchez, 2022). Hemos de reconocer que las redes están ya completamente integradas en nuestra vida, y mucha gente en su trabajo necesita utilizarlas; sin embargo, es el uso excesivo y la orientación hacia ellas lo que nos está haciendo daño y está provocando grandes problemas como éste.

Principalmente es necesario modificar los hábitos de utilización del teléfono móvil y adoptar un comportamiento menos adictivo y dependiente, racionalizando la gestión de las redes sociales para cuidar la autoestima (Ramos, 2021). Por ello, centrar los esfuerzos diarios en encontrar el perfecto o recomendado equilibrio en el uso de las tecnologías es primordial a la hora de superar o prevenir el síndrome.

Tenemos que recordar que el contacto humano es el causante de que podamos conocer las emociones, expresiones y sentimientos de las demás, permitiéndonos a su vez tener relaciones humanas satisfactorias; y eso lo hemos conseguido mediante el contacto de tú a tú, no a través de la tecnología. Si en su desarrollo, los niños y los jóvenes no obtienen estos grandiosos placeres de la vida, difícilmente podrán comprender y aprender empatía, ya que pasarán la mayor parte de tiempo en las pantallas.

Otro de los mejores consejos a la hora de solucionar este síndrome es evitar publicar continuamente en redes lo que se hace, intentando no llevar el móvil algunas veces, priorizando a las personas y el contacto humano que, como la propia palabra revela, nos humaniza. Tampoco es necesario contestar y atender al momento mensajes que no tienen ninguna relevancia y que solamente buscan llamar la atención, por lo que intentar distanciarse poco a poco cada vez más del móvil puede ser un buen recurso.

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Referencias bibliográficas

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